Versions del text núm.6 de

Un relat de: Tolkfus
David

La solemne roca el mira des de dalt,
com un príncep de la pedra engendrat.
Un cos perfecte i bell sense ressalt,
musculós i ferm i fort o canonitzat.

El modest noi la mira de dessota,
com un captaire brut i infantívol.
Una lletja desproporció l’assota,
mentre el seu ànim es torna planyívol.

Hefest derrotat abandona la sala,
però llença un últim esguard al bell Adonis
i veu el granític membre migrat que als seu avala.

Ara s’alça, poderós com un senglar,
occint amb força l’agemoliment.
Al seu martell erecte res no es pot comparar!

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Estatua tras estatua, fue maravillándose por la belleza de cada una, fascinándose por la gracilidad de los rostros femeninos, por cómo estaban los cuerpos trabajados, por sus frías miradas... Se encontraba en un extraño éxtasis estético, su corazón estaba empezando a palpitar a un ritmo trepidante, y unos guardias, al verlo, se acercaron asustados, pensado que no estuviera sufriendo de síndrome de Stendhal.
Y entonces lo vio.
Una majestuosa estatua que representaba un hombre, un gigantesco hombre de características divinas. Todo su cuerpo era perfecto, desde sus piernas a su cabeza. La musculatura definida, la grasa, en medida, y sus facciones, joviales y inteligentes.
Y entonces se vio.
Su reflejo, desde un espejo, le devolvía la mirada, una mirada que empezaba volverse triste, despreciativa, pues al compararse a la estatua, él no era nada. Él, David, hijo de Miguel Ángel y María Fiora, se encontraba ahora experimentando la más profunda humillación que jamás podría haber mal soñado. Unos momentos antes, podría haber sufrido un ataque de síndrome de Stendhal, y ahora vivía justo lo opuesto, pero no podía apartar la mirada del espejo. Su autoestima empezó a bajar, la consideración que tenía de sí mismo empezó a tomar un aire "kafkiano", mientras que empezaba a sentirse mínimo. ridículo, pequeño. Hundido en la miseria más profunda, decidió marcharse del museo, o más bien dicho, del mausuleo. Se giró lentamente, con el caminar de alguien que ya no es nada, el caminar de un ser sin vida, muerto, vacío.
Y entonces lo vio.
Un nño se acercaba corriendo, riendo alegremente perseguido por su madre. Esta imagen, esta muestra de vitalidad le reconfortó un poco, y empezó a creer que relamente podía ser algo. El niño se acercó a la estatua entre inocentes carcajadas y gritó: "¡Mama, mira qué pito más pequeño!"
Y entonces se dio cuenta.
Antes, cegado por la magnificiencia del cuerpo del modelo, no había reparado en los genitales de este,y ahora, al contemplarlos, notó cómo algo empezaba a invadirlo. Este algo no era más que un orgullo, un orgullo pueril que se estaba apoderando de él. Un haz de luz, penetró en la caverna donde se había enterrado, y luego otro y otro, hasta que ya no existió esta. Su cuerpo perdió su forma "gollumniana", y volvió a un estado más humano. Cuanto más miraba el miembro de la estatua, más ridículo le parecía este, y mejor se sentía él.
Y entonces salió del museo.
Era sin duda un superhombre.

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